dilluns, 16 de desembre del 2013

El decreixement, una estratègia per contrarestar la crisi?

Article publicat a   Green European Journal 

Traduït per Rafael Granero


El decrecimiento ¿una estrategia para contrarrestar la crisis?

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La idea del decrecimiento ha sido siempre una parte del pensamiento verde, pero ¿qué significa exactamente decrecimiento en nuestra economía, sociedad y en relación con el planeta. ¿Puede el decrecimiento proporcionar la respuesta a la crisis social y ecológica?

Autor Vincent Liegey

Coautor de “A Degrowth Project-Manifesto for an Unconditional Autonomy Allowance

Dada la convergencia de las diversas crisis interconectadas, convergencia que se podría tildar de crisis antropológica, el decrecimiento, un lema de reciente aparición en el pensamiento y en la experimentación socioeconómica, tiene como objetivo iniciar una transición democrática y pacífica a los nuevos modelos de sociedades sustentables y deseables.
Esto es lo que hemos tratado de elaborar en nuestro trabajo colectivo “A Degrowth Project-Manifesto for an Unconditional Autonomy Allowance” ("Decrecimiento, un Proyecto-Manifiesto por una Asignación para la Autonomía Incondicional"). Por lo tanto, sobre la base de nuestras discusiones, debates, experiencias y propuestas, apoyamos el establecimiento de un ingreso incondicional, emitido en derechos de giro no monetarios disponibles a través de derechos de acceso a los servicios y recursos públicos, conjuntamente con asignaciones monetarias en moneda local, mejor que en Euros. 
Abogar por el decrecimiento en medio de un creciente desempleo, ¿no es indecente a la par que absurdo?
El crecimiento no asegura el pleno empleo: es un mito. En los últimos cuarenta años, el PIB ha crecido, pero también lo ha hecho la tasa de desempleo. Imponer la austeridad, con devastadoras consecuencias humanas, con la esperanza de volver al crecimiento, mientras hacemos la vista gorda ante el colapso ecológico, es sencillamente irresponsable. No podemos crecer indefinidamente en un mundo finito.
El término decrecimiento asusta...
El decrecimiento es un término provocativo utilizado para instigar un debate en profundidad. ¿Qué estamos produciendo? ¿Cómo? ¿Por qué? El crecimiento que nos obliga a producir más y más cosas inútiles agotará los recursos. ¿Cómo podemos salir de ése círculo vicioso y reinventar una sociedad que valore las relaciones humanas y que sea una alternativa a la relación entre herramienta, producción y naturaleza? Lo que está ocurriendo en América Latina en torno al concepto de "buen vivir” nos interesa. El decrecimiento no propone de ninguna manera que volvamos a la Edad de Piedra. Antes que un decrecimiento económico, debe haber un decrecimiento de las desigualdades, de las inequidades.
¿Cómo lograr el decrecimiento?
En primer lugar, tenemos que abandonar la religión de crecimiento económico. Debemos recuperar la autoridad para emitir dinero, cancelar los pagos para las porciones ilegítimas de la deuda, total o parcialmente, nacionalizar el sistema bancario, prohibir los paraísos fiscales e imponer un impuesto a las transacciones financieras. Debemos establecer una renta máxima aceptable (MAI, por sus siglas en inglés), en torno a cuatro veces el salario mínimo, en contraste con la situación actual en la que el ingreso máximo es 4.000 veces mayor que el ingreso mínimo. Paralelamente, se propone una Asignación para la Autonomía Incondicional (UAA, por sus siglas en inglés) que permite que todos tengan acceso a una vida digna y frugal, desde el nacimiento hasta la muerte.
 ¿Qué es una Asignación para la Autonomía Incondicional (UAA)?
La idea se originó en el movimiento por el decrecimiento a partir de conceptos como la renta básica incondicional, la extensión de la gratuidad de servicios, el uso adecuado o inadecuado de los recursos y experiencias alternativas. También hemos llevado a cabo discusiones con respecto a los ingresos máximos aceptables, la crisis de la deuda, la administración del sistema monetario en un marco democrático, y en consecuencia el final de la religión del crecimiento económico.
Poniendo todo eso junto, y dentro de un enfoque de transición que reubique gradualmente la economía, se nos ocurrió la idea de una renta básica “no monetarizada”, proporcionada principalmente a través de derechos de giro sobre los recursos y derechos de emisión en moneda local.
¿Asignación para la Autonomía Incondicional y Renta Básica Universal?
Apoyamos una renta básica universal  por razones de justicia social, porque reduciría el sufrimiento causado por la creciente desigualdad y la austeridad. También estamos a favor de ella porque es una herramienta para evitar la alienación del trabajo, para superar la centralidad del valor del trabajo, y para avanzar hacia una sociedad donde las actividades puedan ser elegidas.
Sin embargo, debemos ser muy prudentes, porque si tal medida se aplicara sin una comprensión de qué significa hoy producir y consumir o el papel muy importante que juega la publicidad en nuestras sociedades, esa renta puede conducir a algo tan preocupante como que continúe el consumo de cosas que no son útiles. La renta básica, de acuerdo con la versión de Milton Friedman, también podría dar lugar a la destrucción de una serie de mínimos sociales o de los derechos laborales (nota del traductor, Friedman entendía que la financiación de la Renta Básica debía hacerse a través del por él llamado "Impuesto negativo al salario" en su libro Capitalism and Freedom, 1962, y lo entendía dentro de la lógica de su propuesta de desmantelar el Estado Social, de ahí que afirme la supuesta destrucción de mínimos derechos asociada a la RBU).
Somos, sin embargo, totalmente favorables a una renta básica, siempre que se englobe dentro de una nueva visión de la sociedad; que piense en una transición hacia modelos económicos nuevos, locales y alternativos, que tenga en cuenta la preocupación ambiental, y que medite las preguntas claves de nuestro pensamiento: ¿Qué estamos produciendo? ¿Cómo? ¿Para qué sirve?
¿Constituiría la renta básica un paso hacia la UAA?
Hemos desarrollado tres escenarios de implantación. En el primero, nos basamos en una transición ya en marcha, el conjunto de alternativas concretas emergentes en todo el mundo (la moneda local, la permacultura, talleres de reciclaje locales, y de los sistemas de intercambio local). Podemos desarrollar gradualmente una nueva forma de producir, modelos económicos alternativos y poner en marcha la UAA. Pero este paso, si bien es necesario, no es suficiente, ya que no tiene en cuenta el problema del poder, los conflictos de interés, y las luchas de poder.
En el segundo escenario, sin dejar de centrarse en alternativas prácticas, nos imaginamos una reducción significativa del tiempo de trabajo con el fin de compartir los frutos del trabajo y poner fin al desempleo.  El tiempo libre puede ser invertido para desarrollar modelos alternativos de las economías locales y para la reapropiar las herramientas y la producción a nivel local.
Por último, el tercer escenario implica efectivamente establecer una renta básica incondicional. Aunque bastante fácil de configurar técnicamente, requiere mucho coraje político. Supondría alcanzar el poder político, re-apropiación democrática del sistema económico, cancelación total o parcial de la deuda, y una re-apropiación de los bancos centrales y de la capacidad de creación monetaria. Así podríamos establecer una renta básica universal junto con una renta máxima aceptable y, poco a poco, convertiríamos la renta prevista en euros en derechos de giro sobre recursos y monedas locales alternativos.
¿Cómo deben ser tratadas las diferencias entre territorios?
La UAA ofrecería más derechos a las personas que la utilizan, que podrían organizar deliberaciones ciudadanas a nivel local, un fortalecimiento de la democracia, y discutir sobre lo que consumimos. Podríamos preguntarnos sobre el nivel de consumo sostenible, sobre cómo producir y adjudicar energía, y a partir de qué nivel de consumo se debe pagar un precio más alto.
Todo esto necesita suficiente tiempo para realizarse, y no se debe hacer a escondidas o de manera autoritaria. Podemos empezar dando un mínimo de consumo de gas, agua y electricidad de forma gratuita y progresiva (aumentando los precios de acuerdo a una curva de aumento de precios a más de diez años, por ejemplo), lo que da tiempo para que todos se adapten. Además, esto permite que la gente asuma como propios los cambios necesarios en su estilo de vida, de vivienda y en su relación con los demás.
Ello permite al mismo tiempo la protección de los más pobres, al proporcionar un acceso rápido a las necesidades básicas de forma gratuita, y funciona como una herramienta de transición que nos da margen para pensar en la forma en que producimos y utilizamos la energía y la manera de cambiar nuestro estilo de vida con el fin de cambiar significativamente nuestro consumo.
¿Puede provocar un incremento en la competencia entre los territorios?
Existe un riesgo, pero hoy en día ya existe esa competencia, sobre todo cuando se trata del agua, y es extremadamente violenta. El agua no se gestiona de forma democrática o de una manera que tenga en cuenta los principales problemas ambientales, por el contrario se gestiona siguiendo el mito delirante de la mano invisible. Con el objeto de producir lo que necesitamos de una manera sostenible, uno de los retos de la UAA y del movimiento por el decrecimiento en general es redefinir nuestras necesidades y comportamientos para poder organizar a nivel local y abiertamente los intercambios de productos y servicios.
Desde una perspectiva de transición, el objetivo es reducir nuestra huella de carbono. Obviamente, la solidaridad tendrá que ser impuesta. Pero el objetivo, en última instancia, es luchar por una sociedad que sean lo más autónoma posible.
Las transferencias UAA bajo la forma de derechos de giro y monedas locales ¿no es cierto que niegan a las personas la libertad de consumir productos que no son locales?
No estamos contra el mantenimiento de las monedas locales, regionales, nacionales o supranacionales. No se trata de oponer todo lo local contra lo mundial. Se trata de encontrar el equilibrio adecuado. Las monedas locales, además de ser herramientas económicas más justas, son herramientas que ayudan a reapropiarse de la política y a repolitizar la sociedad, porque la gente es inducida a cuestionar el actual consumo, producción y usos. Esto no es en absoluto algo que se oponga a la libertad de movimiento y de cambio de divisa, que probablemente seguirá existiendo. No estamos a favor de la prohibición de que la gente que vaya al bosque con sus grandes 4x4 a disfrutar de sus paseos motorizados. Sin embargo, y en relación con el impacto ambiental que provocan, sí deberán pagar el coste real, así como su impacto en términos de mano de obra humana y de la gasolina utilizada para hacer que funcione.
A nivel mundial, el 20% de la población se ha apropiado de un 87% de los recursos naturales del mundo En Europa, vivimos entre algodones -especialmente los ricos- porque nunca vemos las externalidades negativas que nuestro consumo está generando. Pagamos un alto precio para mantener la ilusión de la libertad de consumir, tanto en términos de medio ambiente como de explotación y destrucción de otras poblaciones de todo el mundo. La lógica detrás de la re-localización de nuestra producción es romper con esta ilusión de la libertad. Si los productos nocivos para el medio ambiente que requieren la explotación de una gran cantidad de personas fueron producidos localmente, nos encontraríamos cara a cara con las consecuencias de nuestras acciones.
Hablamos de transición a largo plazo, libre de autoritarismo, pero al mismo tiempo discutimos la imposición de un techo máximo de ingresos y de una requisa de viviendas para trabajadores. ¿Cómo conseguir hacer nuestra aquella parte de la población que podemos llegar a perder si le pedimos aceptar tales propuestas?
 La elección es entre el decrecimiento por elección o recesión por necesidad. La Unión Europea ha impuesto esta última a través de planes de austeridad brutales. La huella ecológica de Grecia ha disminuido porque la gente no tiene nada, consumen sólo el mínimo cuando pueden, y ni trabajan ni utilizan su coche. Las consecuencias humanas son devastadoras.
Pero también vemos que los griegos han desarrollado modelos económicos alternativos. En particular, tenemos el ejemplo de la revolución de la patata [ventas directas del productor al consumidor, ed.]. Algunos imprimen dracmas, otros establecen intercambios de tiempo (el médico desempleado ofrece sus servicios al carpintero en paro y viceversa...) La experiencia de la recesión ha llevado a los resultados a los que un decrecimiento elegido está apuntando. Sin embargo, el camino recorrido hubiera sido muy diferente.
Puedes acceder a más información en: http://www.greeneuropeanjournal.eu/degrowth-counter-crisis/#sthash.IhNlosvC.7eKUEEH0.dpuf

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